«El lenguaje sólo puede haber surgido
de alguna clase de presión selectiva a la que los ancestros de la
humanidad estuvieran sometidos, una presión selectiva peculiar entre las
especies que compartían los requisitos del lenguaje (tamaño cerebral
adecuado, un canal o canales apropiados, intensa interacción social…);
si no, debería haber empezado a desarrollarse el lenguaje también en al
menos alguna otra de esas especies. Hasta ahora la única presión
adecuada parece ser el carroñeo confrontativo de cadáveres de megafauna.
Esto requeriría el reclutamiento de un amplio número de congéneres, y
el reclutamiento precisaba de señales con la propiedad de desplazamiento
(referencia a objetos fuera del alcance sensorial del receptor),
transformando así el anterior sistema de comunicación.
El
lenguaje evolucionó inevitablemente una vez que el proceso arriba
descrito hubo producido las primeras unidades simbólicas. El cerebro, un
mecanismo auto- organizador, desarrolló entonces modos de combinar
estas unidades, mediante procesos de ordenación y almacenamiento y la
formación de enlaces entre las áreas cerebrales involucradas, para
disponer de construcciones cada vez más complejas. Esto hizo
innecesarias ulteriores presiones selectivas, aunque en conjunto la
destreza en el lenguaje puede haber conducido a algún grado de selección
de grupo.»
Bickerton(2009)